Desde el alba surgen mis palabras
suaves como el beso que consuela,
caricia del viento que me habla
de un recuerdo sutil como una estela.
Y es la voz del mar que se agiganta,
estremeciendo fibras ya dormidas
evocación que mece a la distancia
sueños de luz y ansias perdidas.
No se debe soñar con las alturas
sin afirmar los pies bien a la tierra,
ni se puede soñar con la frescura
de una boca amante, pero quieta.
Se adormece mi alma; pero aletea
un tierno mensaje que busca el nido
en la emoción latente de la espera
de volver a vernos, cual dos amigos.
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